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Si querés conocer diversas experiencias y perspectivas en ‘Salud Mental’, te recomiendo visitar el Blog.

Del Activismo Personal al Regional - Lecciones Aprendidas

Del Activismo Personal al Regional - Lecciones Aprendidas

Después de unos años de tener esta plataforma inactiva, estoy escribiendo nuevamente porque en unas semanas debo tomar la decision de continuarla o sacarla del aire por completo. Sin embargo, antes de tomar el siguiente paso en la dirección que sea, siento la responsabilidad de compartir con las personas que alguna vez leyeron, y principalmente aquellas que alguna vez le encontraron valor al contenido aquí compartido, algunos aprendizajes que las experiencias de los últimos años me dejaron..

Cuando primero comencé Rompiendo La Etiqueta lo hice con la idea de compartir mi historia personal y perspectivas relativas a la locura, mis encuentros con proveedores y sistemas de ‘salud mental’ y los aprendizajes y reflexiones que estos dos temas me habían dejado hasta el momento. Luego, impulsada por la acogida que el blog tuvo, las oportunidades que se presentaron y por históricamente haber sido una persona siempre orientada a la acción, me lancé a presentar un documental llamado ‘Sabia Locura’ y facilitar conversaciones a nivel comunitario precisamente en esos dos temas: locura y la respuesta social y del sistema de salud mental a estas experiencias. Con las conversaciones y presentaciones del documental en Nicaragua, se fue creando muy orgánicamente una red de personas con experiencia directa en locura, y junto con ellas se fortaleció la iniciativa de replicar Grupos de Apoyo Mutuo. Luego las circunstancias del país nos forzaron a detener este trabajo, que hasta el día no he retomado por circunstancias personales.

Después vino la pandemia, y junto con ella recibí la invitación de sumarme a un espacio de activismo regional (Latinoamérica), cosa que hice inmediatamente porque siempre he creído más importantes los esfuerzos colectivos que las iniciativas individuales. En este espacio aprendí muchísimo sobre temas legales de Salud Mental, la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad y sobre todo, los retos y amenazas a los que los movimientos sociales están sujetos.

Dediqué dos años de mi vida al activismo regional, y terminé con el corazón roto, desgastada y sin esperanzas. Habiendo hecho el respectivo duelo, ahora me encuentro con esperanzas renovadas, convencida que peor esfuerzo es el que no se hace y dispuesta a aprender nuevas lecciones. Mientras este nuevo paso toma forma, les comparto las que considero son las lecciones más importantes a nivel personal y a nivel comunitario/de movimiento.

Primero, conozcámonos

En los últimos dos años he tenido la oportunidad de conocer a personas locas en un contexto meramente de esparcimiento, donde el único objetivo es precisamente ese, conocernos, compartir experiencias, crear vínculos y cuidarnos mutuamente. Considero que tener estos espacios es de suma importancia, porque nos da la oportunidad de entender la perspectiva que cada quien tiene de la locura, y desde qué lugar se sienten llamados a hacer activismo.

Cuando no se conocen bien las perspectivas personales no se pueden tomar decisiones informadas sobre que rumbo de acción motiva a las partes, por experiencia sé que no hay mucho en común entre una persona que asume la locura como posicionamiento político, y una persona que está psiquiatrizada y demandando más servicios de ‘salud mental’. Ambas pueden convivir con estados no ordinarios de consciencia pero están en puntos muy diferentes en sus procesos.

Y, cuando no se conoce con claridad el lugar desde el cual cada quien se siente llamada a hacer activismo, se puede terminar en un caldo de cultivo para problemas como conflictos de interés, co-optación, tokenismo, oenegerismo (complejo industrial ONG), carrerismo, etc.

Segundo, divirtámonos

Ya sabemos que lo que nos une a la mayoría de personas de la ‘diversidad psicosocial’ (locas, sobrevivientes a la psiquiatría, con discapacidad psicosocial, usurixs críticos de salud mental, etc) es haber experimentado en alguno u otro momento la violencia sistémica que la sociedad y los dispositivos de ‘salud mental’ ejercen en nuestra contra. Pero como en cualquier relación, para que la cuestión sea saludable y sostenible, también deben haber experiencias bonitas que nos sostengan cuando la cosa se pone fea, que en una civilización en colapso activo, y en la vida en general, es bastante seguido. Entonces dediquemos intencionalmente el tiempo para construir recuerdos bonitos, compartir aventuras en la naturaleza y espacios donde re-aprendamos a jugar.

Tercero, tiempos geológicos

Aquí me refiero a tomarnos cualquier acción con más calma, y bien puede ser una lección personal que me toca sólo a mi aprender, pero igual siento la responsabilidad de incluirla aquí. El despelote en el que estamos como humanidad ha tomado muchos años para crearse, y por más que mi corazón quiera que no haya ni un electroshock más, ni una atadura más, ni una camisa de fuerza química más, acepto que yo sola no voy a resolver este problema, y así como ha tomado mucho tiempo llegar a este punto, es probable que tome mucho tiempo para llegar a un punto donde las locas podamos existir con mas apañe y ser sujetas a menos violencia.

Mientras eso pasa, no voy a saltar a la acción con nadie antes de construir una comunidad loca con bases sólidas, lo que para mi se traduce en relaciones auténticas donde existe responsabilidad individual y responsabilidad relacional, donde si no tenemos herramientas para resolver nuestros conflictos y comunicarnos sin violencia, las buscamos y las aprendemos, donde aprendemos a controlar a nuestros pequeños egos y practicamos el perdón y practicamos pedir disculpas, donde nos comprometemos a no replicar las violencias a las que hemos sido sujetas y también nos comprometemos a no estancarnos en el rol de la víctima, y principalmente donde priorizamos el entendimiento que todos estos procesos llevan tiempo a nivel personal y a nivel colectivo.

Cuarto, prioricemos los espacios presenciales

Los espacios digitales pueden ser una herramienta para ciertas cosas específicas, pero creo que para establecer relaciones profundas se encuentran en desventaja en comparación a los espacios presenciales. Aquí estoy consciente que soy parte de la última generación que creció sin teléfonos inteligentes, pero la verdad es que los aparatos terminan siendo un obstáculo, especialmente cuando estamos hablando de desarrollar relaciones donde las otras formas de comunicación y la corregulación son vitales. Tal vez es hora que busquemos comunidad en los lugares donde estamos fisicamente, aceptemos que el rechazo es parte del trabajo de buscar comunidad, y si esto no funciona, pues debemos ponernos creativas y encontrar alternativas. Si no podemos tener la comunidad que merecemos ahora mismo, podemos inventarnos bolsillos de comunidad, aunque sea esporádicamente.

Si alguien lee esto y quisiera que este espacio siga abierto, les agradeceré dejármelo saber. Parte del propósito de RLE es ofrecer una plataforma donde personas locas puedan compartir sus perspectivas y experiencias alrededor de la locura. Si te gustaría compartir algo en el blog, podés enviarlo aquí, donde también me podés contactar si estás en Centroamérica o en California, lugares en donde comparto mi tiempo, ¡me encantaría conocerte!

Un electroshock menos, una vida más

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