Los Personajes De Mi Salud Mental
He lidiado con dificultades de salud mental desde una temprana edad. Mantuve en silencio cada una de esas dificultades durante un largo periodo, hasta que ya no pude esconderlas más. Poco a poco comencé a hablarlo con diferentes personas y en distintos espacios pero había algo que me parecía muy común en cada conversación. No podía explicar mis padecimientos y ellos no podían entenderlos. Y fue con tiempo, y después de muchas conversaciones sin conclusión, que me di cuenta que mi trastorno mental era algo real. Era, y es, tan real que podía personificarlo como un par de personajes en mi vida. Estos personajes tenían vida propia ante mis ojos, y cada uno tenía una historia que contar. En ese momento caí en cuenta, mi salud mental podía ser narrada casi como una fábula. Hoy en día, así es como la explico:
Tenía doce años cuando me vino a visitar por primera vez. En ese momento no podía darle un nombre, pero sentía su presencia arrastrándose en mi vida. Llegó lento pero con mucha seguridad, como si tenía poderío sobre mi vida. En las primeras instancias no era muy constante, era más que todo un eco en vez de un ruido alto. Tuvo un paso tan sutil, pero seguro, que fue hasta unos años después que supe su nombre. Fue un doctor el que le puso nombre. Ansiedad, “que peculiar ese nombre”, pensaba. Con el paso del tiempo, lo que eran visitas mensuales se volvió una rutina diaria. Mientras mis amigas pasaban su hora de recreo hablando sobre bandas y enamoramientos, yo escuchaba lo que Ansiedad me decía al oído. “Como que sos media decepcionante”, “tu cuerpo se está ensanchando, que feo”, “vas a reprobar Matemáticas, y Ciencias”, “ah, y sí, tus padres definitivamente se van a divorciar pronto”. Ella era tan platicadora. Simplemente no se quedaba callada, siempre me hablaba sobre todo lo por lo cual debería preocuparme. En todo momento me describía las consecuencias pesimistas de cada una de mis decisiones.
Para el momento en el que cumplí dieciséis años, Ansiedad decidió traer a un amigo como compañía. Fue presentado como Depresión y su presencia era bastante notoria. Era como una caja llena de contradicciones, toda una paradoja. “Tanta presencia para alguien tan silencioso”, solía pensar. Y sin avisarme, ni pedirme permiso, él también decidió quedarse. Así fue como comencé a recibir a ambos visitantes. En algunas ocasiones venían juntos, y en otras se turnaban. Aunque a veces llegaban juntos, ellos eran opuestos completos. Mientras Ansiedad me insistía que gritara y corriera sin dirección alguna, Depresión me recordaba que estaba demasiado cansada, que era mejor que me quedara acostada en mi cama. Lo único que tenían en común era el hecho de que sus visitas nunca eran anunciadas, simplemente llegaban como que estaban en casa.
Como si con dos no era suficiente, a los diecisiete años se les unió un personaje más. Parecía otra amiga de Ansiedad, y de hecho eran bastantes similares. Esta amiga era bastante ruidosa, nunca paraba de hablar. Me repetía lo mismo una y otra vez “te vas a quedar sola si no bajas de peso”. Algo característico de este tercer personaje es que era bastante persuasiva. En cuestión de meses, yo estaba haciendo todo lo que me decía. Sin embargo, con ella nada era suficiente, “seguís fallando, como si fuera el primer día”, “tu disciplina no es suficiente”, “todavía no sos perfecta”, “proba ese plato de comida y prepárate para vivir con las consecuencias”. Con ella, como con Ansiedad, fue un doctor quien le puso nombre, y hasta apellido, Anorexia Nervosa.
De los tres, ella era la más egoísta. Anorexia me quería solo para ella. Se encargó de que me distanciara de todos, familiares y amigos. “Igual todos te van a dejar” me repetía. Me hizo creer y sentir como si solo ella era buena compañía, como si era la única que nunca me iba a dejar, una mejor amiga que quería lo mejor para mí. Sin embargo, este personaje era una total abusadora, su plan desde el inició fue hacerme sentir como que no valía nada. Me repetía una y otra vez que tenía tan poco valor que ni siquiera merecía tomar tanto espacio.
Es sorprendente el poder y posesión que Anorexia tenía sobre mi vida, hasta el punto en el que nos habíamos convertido en co-dependientes sin darme cuenta. Ella dependía de mí para sobrevivir y yo dependía de ella para sentirme segura. Incluso, era tanto su posesividad, que de cierta manera había absorbido a Ansiedad, hasta parecían el mismo personaje. Sin embargo, después de un año de apoyo de mi familia y amigos, Anorexia se fue de mi vida. Pero fue durante el proceso de expulsarla de mi casa que Anorexia y Depresión hicieron de su presencia algo inevitable. Habían sido opacados por tanto tiempo, que en la primera oportunidad que tuvieron tomaron el completo control. Una nueva lucha comenzó, y eran dos contra uno. Con el tiempo me asegure a mí misma que si había sido capaz de correr a Anorexia, era posible mantener a estos dos bajo control.
Seis años después, ellos dos siguen estando presentes en mi vida. Vienen a visitarme de vez en cuando. Su presencia se ha vuelto algo familiar, hasta el punto en el que ya no me parecen tan ruidosos como antes. A veces, deciden quedarse por largos periodos de tiempo, como para recordarme que siguen siendo parte de mi día a día. He aprendido a aceptar su existencia, e incluso he aprendido unas cuantas lecciones de ellos. La diferencia ahora es que me esfuerzo para no escucharlos. Estos tres personajes han sido parte de mi historia, y han sido tan persistentes que Anorexia ha tratado de regresar un par de veces. Solo que ahora sé cómo cerrar la puerta de mi casa con unas cuantas cerraduras extras. Es mi turno de decidir quién entra.