Aunque Esté Contraindicado...
Unas semanas después de mi primer encuentro 'violento' con la locura, mi psiquiatra sugirió en alguno de nuestros encuentros que debería de olvidarme de la idea de tener otrx hijx, porque por mi 'enfermedad' iba a tener que tomar fármacos el resto de mi vida y pensar en llevar un embarazo con la influencia de este tipo de drogas era muy riesgoso para el buen desarrollo del feto; y suspender los fármacos era igual de riesgoso para mí y mi familia porque entonces me exponía a tener otra crisis... y '¡Dios nos libre de otra crisis!'.
Muchas cosas han pasado desde que recibí esa cuasi sentencia...
Con el apoyo y confianza de mi esposo pude liberarme de los fármacos -respeto el hecho de que algunas personas se vean beneficiadas por las drogas, para mi fueron siempre una prisión-. Aquí también le daré el crédito que se merece a la psiquiatra que me prescribía en ése entonces, porque ESTO sí lo hizo bien, la reducción de la dosis fue muy paulatina para que le diera tiempo a mi cuerpo de restablecer su funcionamiento autónomo, porque los fármacos psiquiátricos generan dependencia y con su suspensión se experimenta el síndrome de la abstinencia... y cuando digo abstinencia, más que pensar en como te sentís cuando no te tomás esa taza de café, mejor imaginate cómo se sienten las personas adictas a la heroína cuando no pueden obtener esa próxima dosis que el cuerpo les pide a gritos. Muchas veces se presentan síntomas o crisis producto de la abstinencia que luego son atribuidos a la 'enfermedad', iniciando un terrible círculo vicioso para la persona que sufre.
Al recuperar mi habilidad cognitiva y emocional con la suspensión de los fármacos, me vi obligada a iniciar un proceso de introspección y autoconocimiento profundo, porque sabía que no podía darme el lujo de seguir la vida como si nada hubiera pasado, tenía que tomar responsabilidad de mi misma y mi bagaje. Entonces comencé a intentar llevar una vida consciente, viajar en el tiempo a mi infancia y escarbar historias familiares. Este proceso me ha llevado a atar muchos cabos, validar muchos de los 'delirios' que experimenté en mi locura, iniciar un mágico proceso de sanación personal y familiar e inevitablemente aprender a cuidarme, quererme y aceptarme tal como soy -con todo y mis partes negativas-.
También hice cambios prácticos en mi vida: me discipliné con mis horarios laborales -horarios menos extensos aumentaron mi productividad, siempre había sido una 'workaholic'-, integré el ejercicio físico a mi rutina semanal con un maravilloso grupo de mujeres, comencé terapia con una mujer que resultó ser mi 'perfect match', y con el tiempo y mucha práctica, he aprendido a identificar los distintos patrones de pensamiento que utilizo para interpretar la realidad que me rodea y los acontecimientos que surgen en mi vida; a establecer límites, darle a mis emociones el lugar que merecen, destruir y reconstruir relaciones en nuevos términos que resultaran saludables para mi.... En fin, el menudo trabajo de conocerme, desarrollar una relación sana conmigo misma y aprender a pedir el apoyo que necesito de las personas que tengo alrededor.
También he de mencionar que haber dejado los fármacos inevitablemente me ha expuesto a estados alterados de consciencia. Al estar expuesta, he aprendido a navegarlos, identificar qué los propicia y manejar esos factores a mi conveniencia. Si no he dormido, tengo un día muy agitado por delante y no me siento muy 'enraizada', tal vez deba en algún momento dejar todo, irme a casa y tomarme un par de valerianas para dormir -o clonazepam si la circunstancia lo amerita, ¿por qué no?- y así salir de 'la zona'. Si no he dormido y mi día está tranquilo, puedo darme el lujo de experimentar dos realidades, la consensual y la que sólo yo percibo. Y si no le hago daño a nadie y no represento peligro para mí misma, ¿qué hay de malo en esto?
Con todos estos cambios y aprendizajes, vino la aceptación también de que mis sentires habían cambiado. Yo, la mujer liberada, profesional, independiente, la 'todo lo puedo', ahora quería ser madre tiempo completo, aprender a cocinar y poder vivir a un ritmo más lento. Así que renuncié a mi trabajo de más de una década y le dije adiós a la familia tan querida que había construido en ese lugar, con el objetivo de dedicarme a mi propia familia, aprender a ser la madre de mi hijo -todavía sigo en eso- y de buscar a esx nuevx integrante que tiempo atrás me habían contraindicado.
Con todo esto que les cuento, la vida me ha pasado. Tuve que posponer los planes de bebé por una terca hepatitis, el zika y el tiempo que le debía a mi cuerpo para que se recuperara de tanto embate. De repente tuve un tiempo que nunca había tenido en mis manos y pude concretar Rompiendo La Etiqueta, que aunque no tenía nombre ni forma, había estado revoloteando en mi sistema por más de un año. Recientemente tuve un embarazo que se interrumpió naturalmente, y lo acepté sin culpas, porque natura es sabia y yo la respeto.
Lo que quiero transmitir al compartir estas líneas, es que como seres humanas tenemos el derecho inalienable a la auto determinación, al consentimiento informado y a mantener en la medida de lo posible nuestro poder de decisión. Nadie está más expuesta a que se vulneren estos derechos que la persona que experimenta estados extremos de conciencia, y no hay quien esté más interesada en que se garanticen que nosotras, y por eso tenemos que pronunciarnos.
Me preguntaba un señor en una de las presentaciones del documental Crazywise, que si vivo con 'esa sombra' en mi vida -la posibilidad de volver a sufrir una crisis-. Le dije que no, que no es una sombra, que es una posibilidad muy clara; si lo que experimente será una buena o mala experiencia dependerá completamente de mi, porque ahora SÉ lo que y cuándo pasa, SÉ que así soy, y he aprendido diferentes formas de leerme, manejarme, aterrizarme o seguir dándome 'vuelo' si mis circunstancias me lo permiten. Sé que si mi estilo de vida se vuelve irresponsable/insconsciente y dejo de hacer todo aquello que sé que necesito hacer para mantener mi balance de forma natural, SÉ que la posibilidad de re-visitar mi infierno personal nuevamente está ahí.
Aún así, es increíblemente liberador cuando se pueden tomar decisiones con pleno conocimiento de las consecuencias; también reconozco que he podido de cierta forma -con el acceso a mucha información y apoyo- rebelarme a lo que un sistema había determinado como 'apropiado' para mi, y saber que puedo vivir mi vida bajo mis términos, tomando mis propias decisiones y siendo yo misma... aunque esté contraindicado.