El Apoyo Mutuo de la Locura
En el apoyo mutuo las personas creemos ser responsables de las alucinaciones y delirios, como si estas fuesen individuales. Creemos que debemos asumir la responsabilidad de las conductas delirantes, y los estados perceptivos como si fuesen fenómenos individuales. Creemos que debemos estar bien, sanos y mantener el equilibrio. Suponemos que el apoyo mutuo hace bien por tener un efecto terapéutico. Todos estos son una serie de pre conceptos que tenemos las personas que vamos a un espacio de apoyo mutuo.
Toda terapia puede definirse por el saber científico, es decir que, puede estar definida por el saber psiquiátrico o psicológico, o también puede estar definida por los pacientes o usuarios de esa terapia. Podríamos consensuar que usamos, participamos o vamos a una terapia porque nos “hace bien”. En el caso de los tratamientos voluntarios, los pacientes o usuarios, podemos acordar que la “terapia” nos brinda cierta sensación de bienestar, de equilibrio o de sentirnos seguros.
Ahora bien. Si hacer terapia, sea cual sea la terapia que hagamos nos “hace bien”, es porque hay algo que nos “hace mal”. Y aquí es donde todo se empieza a medir, ya no por la ciencia sino por la moral. Tanto “el bien” como “el mal” son conceptos morales, es decir que tienen que ver con la educación, la cultura y la moral del sujeto. La terapia supone buscar revelar algo desconocido que nos provoca temor y sufrimientos. Ese “algo” parecería ser peligroso y representar “el mal”. Creo que la terapia es una forma de darle un lugar al miedo a la locura. En este sentido aun no hemos avanzado mucho socialmente sobre la proposición acerca de la demencia y la moralidad, del poeta Jacobo Fijman:
“Y hay incluso gente que se alegra de estar loca. La demencia debe ser vista desde un punto de referencia moral.”
Ni la locura ni la demencia, deberían ser motivos para lamentarse o alegrarse. Son estados del ser, en los que uno puede entrar y salir. No es necesario cargarlos de moralidad. Desde este punto de vista el “apoyo mutuo” no es ni bueno ni malo. Simplemente es un modo de vincularse al que podemos entrar y salir. Desde este punto de vista el “apoyo mutuo” no es terapéutico. Es simplemente dar apoyo y recibir apoyo. Tan sencillo como eso.
En apoyo mutuo podemos dialogar abiertamente. Desde la fraternidad, la inclusión y el amor. Por esta sencilla premisa, podemos hablar de todo. Y se habla mucho sobre locura, delirio y alucinación.
Todo delirio, es al mismo tiempo alucinación y delirio. No existe uno sin el otro. La alucinación se manifiesta como estado y el delirio como conducta. Contrariamente a lo que han establecidos la medicina y la psicología, ni el delirio ni la alucinación suceden en el cuerpo de una persona. Ambos suceden en una escena social, proyectados hacia una persona. Por lo cual, desde esta perspectiva, ningún diagnóstico hacia una persona tiene legitimidad ni validez científica. Lo que existe siempre es una escena alucinante delirante, en la que hay texto, actores, roles, contexto, objetivos y conflictos. Creer que la alucinación y delirio suceden en un sujeto, es quitarle responsabilidad a los determinantes de la alucinación y el delirio. Estos determinantes son sociales. La alucinación delirio, no es una construcción, ni un mecanismo de defensa de un sujeto en particular. Es una escena, en la que parece hay una sola persona en situación de alucinación delirio, cuando en realidad sostenemos que en esa escena siempre hay varias personas en situación de alucinación y delirio. Esa escena tiene conflictos, personajes, contradicciones, contexto y contradicciones. Utilizamos el modelo clásico de análisis del texto dramático para analizar una escena alucinante.
Hay un lenguaje aprendido para referirse a las cuestiones de la salud metal. En el apoyo mutuo proponemos crear lenguaje sobre la la locura. El “trauma” es un concepto aprendido en el consultorio para referirse a la “escena traumática”. Así sucede con muchos conceptos. El apoyo mutuo crea una alternativa a lo que el lenguaje del sistema sanitario montó en el “paciente”.
El apoyo mutuo sostiene un proceso de desmontaje del relato aprendido en el consultorio y al mismo tiempo la creación del propio lenguaje para recrear la escena traumática. La propia recreación de la escena traumática, desde el propio lenguaje desmontando el relato aprendido resuelve el trauma.
En el apoyo mutuo se propone entender el trauma como un problema que tiene solución, y no como una marca estigmatizante que la persona deberá llevar toda la vida. Una vez que se ha desmontado parte del relato aprendido en el consultorio y creado suficiente lenguaje propio para recrear la escena traumática, se produce una “revelación” en la persona que está brindando apoyo y recibiendo apoyo. Esta revelación es sobre lo que llamamos el “núcleo delirante alucinante” el cual está expresado en la escena traumática.
Nos valemos del modelo de análisis del texto utilizado para estudiar la literatura dramática, para poder desmontar todo lo que se ha proyectado en la “escena traumática” y crear un lenguaje nuevo para defender el sentido que cada compañera y compañera quiera darle a esa escena traumática. Esto lo realizamos sin moral. Por eso no creemos que esté ni bien ni mal lo que hacemos. Pero, ¿que hacemos?. Nos damos apoyo y recibimos apoyo.
Por ejemplo un compañero cree que el cuando está solo esperando llegue alguien a las reuniones semanales no es un individuo, ni un sujeto, sino que es un “grupo de personas haciendo guardia esperando que llegue alguien”. Eso es una escena alucinante delirante. No está ni bien ni mal, sino que simplemente es de esa manera con ese lenguaje.