¿Qué Es Capacitismo?
Nuestra vida cotidiana está entretejida de alusiones que apuntan a elogiar la normalidad corporal, la inteligencia y la belleza física como ideales que todos deberíamos poseer. Estos estereotipos de belleza y perfección se encuentran tan arraigados en nuestra cultura que definitivamente son una fuente de violencia actitudinal capaz de amargarnos la vida a más de uno. Efectivamente, vivimos comparándonos con un patrón de perfección y atractivo que ni siquiera corresponde a la inmensa variedad de cuerpos y rostros que la realidad nos ofrece. Dicho patrón corresponde por lo general al tipo caucásico, al que las demás razas supuestamente deberían acoplarse. Cuando ésta comparación descalificatoria se aplica hacia personas con discapacidades físicas, psicosociales, sensoriales y cognitivas se denomina Capacitismo. ¿Cuál es su origen? La normalización que pregona la medicina biologista.
El arraigo de esta actitud en la vida de todos los días lo encontramos en el lenguaje común a través de expresiones denigrantes como: “están ciegos los que hacen tal cosa”, “es sordo a nuestras súplicas”, “gobierno autista que no presta atención”, “tomaste una mala decisión, eres tonto o demente”, “¿Tienes bipolaridad? No se te nota”. Y así seguiríamos citando dichos y chistes de mal gusto sobre discapacidades físicas, trastornos mentales y hasta trastornos del habla.
No sólo nos causa malestar emocional el ser comparados con alguien de quien se dice es superior a nosotros, sino que nos induce a complicadas maniobras para tratar de parecernos al estereotipo, tanto en aspectos cosméticos, lo que alimenta una poderosa industria, como también asumiendo actitudes que nos hacen lucir cercanos al ideal, al menos ante nosotros mismos. Por ejemplo, es común encontrar varones con discapacidad que asumen constantemente actitudes de conquistador con el sexo opuesto, lo que es una forma clara de afirmarse ante el machismo que los quiere hacer sentir inferiores.
La autoestigmatización por no sentirse apto o competente, es la dolorosa consecuencia en las personas con discapacidad, y se refuerza socialmente al recibir la confirmación constante de un entorno que no acepta la posibilidad de reconocer la validez de la diversidad. Las personas se aíslan, se rehúsan a llevar relaciones afectivas y a explorar sus vivencias sexuales por el temor a ser rechazadas o maltratadas. Se privan de participar activamente en sus comunidades y familias y desconfían de sus habilidades y potencial por la falta de estímulos para reconocerlos.
Debemos revisar la validez del discurso médico, desconfiar de las descalificaciones, de la visión que se tiene sobre nosotros centrada en la deficiencia, cuando no en una imaginaria aptitud para hacer el mal, tan frecuente respecto a la discapacidad psicosocial. Anteriormente hablé de rescatarnos a nosotros mismos. Tal vez éste podría ser un comienzo.
Este artículo apareció primero en Salud Mental y Autonomía.