Balbuceos sobre el arte y la locura 2
Introducción
Cuando propongo visibilizar las relaciones que existen entre arte y locura, pretendo visibilizar que ambas son experiencias complejas. Por este motivo prefiero denominar al arte como una "experiencia artística" y a la locura como una "experiencia loca". De esta manera me recuerdo a mí mismo que como toda experiencia en el arte y la locura, ante todo guarda enseñanzas que si mantengo mi humildad podré aprender. En muchas oportunidades siento que el idioma que aprendí no alcanza para describir la experiencia de la locura y la experiencia artística. En esas oportunidades, intento expresar aquello que me dicta la experiencia con un lenguaje artístico como un cuento, una obra de teatro o una poesía. Recientemente escuché a un autor de un libro colectivo expresar en una presentación que "no se lo vendemos a los psiquiatras". Las sociedades contemporáneas aún no pueden visibilizar el daño que la psiquiatría ha provocado en la población mundial. Cuando se empiecen a visibilizar los procedimientos de esta disciplina seudo científica, se puede esperar que muchos psiquiatras sean llevados a la justicia por mala praxis.
Esta situación de injusticia, opresión y represión por parte de una minoría psiquiátrica hacia las personas en situación de locura puede volverse una carga, un peso y un sufrimiento para quienes hemos vivido la experiencia de la locura. La gran mayoría de las personas que vivimos alguna experiencia en la locura fuimos sometidas a padecer maltratos, abusos y violaciones por parte de la psiquiatría y la narcoterapia. Estas experiencias que se in-visibilizan sistemáticamente, pueden resultar dolorosas. A veces cuando quiero escribir sobre estas experiencias y no encuentro las palabras, la poesía, la literatura o el teatro se vuelven las mejores formas que tengo para expresar lo que necesito expresar. Por eso, quiero compartir esta poesía:
"Que no lean los psiquiatras"
Intento arte,
cada minuto, intento arte.
Fracaso dramáticamente en cada intento.
Vuelvo a intentar arte.
El intento es un espiral,
sube y baja a los confines del cosmos.
Me despierto,
en cada visión,
y en cada voz.
Señalan lo que debo hacer,
pero no me animo a obedecer.
Desconfío.
Aun tengo los miedos en mi cuerpo
de mis viejos y asustados terapeutas.
Cenizas grises y carbones alrededor de mis ojos,
manchas de salsa en el cuello de mi camisa blanca,
dedos sucios del residuo amarillo de cigarrillos ansiosos,
sed desesperada de venganza recorre cada punto mi piel.
Señalan lo que debo hacer,
pero no me animo a obedecer.