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‘Manía’ y Activismo

‘Manía’ y Activismo

Quienes hicimos la experiencia de una “manía” escuchamos demasiadas veces que podríamos volver a vivirla. Algunas veces me siento en riesgo de que la profecía narco terapéutica se cumpla.  Pero la manía podría ser vista como un estado emocional necesario para algunas actividades, por ejemplo en el caso de un actor salir a un escenario y enfrentar al público o en el caso de un escritor corregir el primer borrador de un libro entero.  La sensación de riesgo que a veces me alerta aparece siempre en los espacios donde tengo la oportunidad de compartir mi perspectiva sobre la locura.  Esos espacios suelen ser festivales, encuentros, jornadas, congresos e incluso grupos de wassap.  No llega a ser miedo esa sensación, porque por lo general siempre puedo transformarla en literatura en mi diario personal, como es el caso de este texto que nació de esa sensación.  Mi oficio de escritor me da la oportunidad de escribir cuando siento estar en riesgo.

La imagen para esa sensación sería la de una represa que se desborda y las millones de toneladas de agua acumulada necesitan liberarse con fuerza y urgencia.  Me llama la atención que esa sensación aparezca en espacios donde se promueven los derechos humanos.  Si bien la libertad de expresarse es un derecho humano, tengo muy en claro que no me puedo expresar de cualquier manera en estos espacios, sino que lo tengo que hacer según las formas de la cordura.

A la gran mayoría de los ciudadanos no les preocupa la problemática de la salud mental, de hecho la ciudadanía y los funcionarios públicos dan muestras de una voluntad firme en recluir a las personas diversas psicosocialmente en campos de concentración denominados loqueros, clínicas o hospitales psiquiátricos.  No sólo no se habla, sino que hay una voluntad explícita de no hablar de la locura.  En algunos encuentros, congresos y festivales pude verse la voluntad de hablar de la locura, pero siempre desde el punto de vista de las personas cuerdas.  Son ellas quienes pretenden explicarnos qué es la psicosis, la depresión o la manía a las personas locas, lo cual resulta muy embarazoso.

Puede decirse que hace ya algunas décadas viene emergiendo una minoría social que reclama por sus derechos integrada por personas con discapacidad psicosocial, personas locas, sobrevivientes de la psiquiatría, personas usuarias y ex usuarias de salud mental.  Formo parte de esta minoría y dedico tiempo de mi vida a participar en diversos espacios promoviendo los grupos de apoyo mutuo para la diversidad psicosocial.  Este colectivo de personas diversas, tiene muchas características en común con la minoría de personas ex – combatientes de conflictos armados.

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La vulnerabilidad que intento describir tiene que ver con la opresión que ejerce el cuerdismo en la vida cotidiana.  La relación que mantenemos con esta opresión del cuerdismo puede poner en riesgo nuestras vidas por un tratamiento forzado en salud mental.  Matías Carbonell, por poner un ejemplo, perdió la vida víctima de un tratamiento forzado por la salud mental Argentina.  José Vergara, por poner otro ejemplo, perdió la vida por las fuerzas de seguridad chilenas. Ahora bien, esta sensación de vulnerabilidad frente al riesgo de una “manía” aparece en mi cuerpo muy específicamente cuando en estos festivales, congresos o encuentros, tengo algún tipo de diferencia ideológica con un profesional de la salud mental que está promocionando la perspectiva cuerdista de su trabajo.  He visto en espacios de derechos humanos entrar en “manías” a compañeros y compañeras oprimidos por la mirada cuerdista sobre sus vidas.  Los espacios que parecen seguros, porque supuestamente promueven los derechos humanos también son espacios de riesgo dadas las características de los vínculos.  Los modos de vincularnos pueden hacer que un estado de vulnerabilidad termine en una “manía” o un estado de vulnerabilidad termine en un abrazo.

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En este sentido creo que es importante señalar la importancia de que los espacios de activismo en la locura o activismo en salud mental sean libres de cuerdismo y capacitismo.  Los vínculos del buen vivir según mi experiencia, no son vínculos donde sea importante tener razón, estar equivocado, poder hacer algo o no poder hacerlo.  Los vínculos del buen vivir por su parte, son los que me dan seguridad y confianza porque no son los vínculos del poder sino del afecto.  En esos vínculos es cuando las manías se expresan como visiones.

Psiquiatrización y De-psiquiatrización

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¿Fármacos Psiquiátricos? - No, gracias.

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